Los parques científicos y tecnológicos

¿Qué son los parques científicos y tecnológicos?

Algunas referencias sitúan la semilla de los parques científicos en las actuaciones inmobiliarias realizadas en los Estados Unidos a principios del siglo XX con el objetivo de proporcionar suelo industrial a las empresas. El entorno empresarial respondió positivamente a esa idea de concentrar empresas en un mismo espacio y se desarrollaron múltiples actuaciones de este tipo, principalmente después de la II Guerra Mundial. En esos momentos, la industria americana identificó rápidamente las ventajas que obtenía al relacionarse y estar próxima a una Universidad y se iniciaron concentraciones industriales en la vecindad de esas instituciones académicas dando con ello origen a los parques científicos. El primer parque científico fue el de Stanford, creado en 1950.

El concepto fue trasladado a Europa poco después, concretamente al Reino Unido y a Francia. A finales de los 60, algunas universidades del Reino Unido realizaron actuaciones para generar un entorno que facilitase la creación y el desarrollo de empresas basadas en la tecnología. Se identifican en ese país algunas experiencias tempranas. Por ejemplo, la de la Universidad de Cranfield en 1968 o el Cambridge Science Park, en 1972. El crecimiento e impacto fue débil en la primera década.[1] En los años ochenta, el gobierno exigió a las universidades una mayor orientación a las necesidades de la industria y ligó su financiación a la colaboración empresarial. Esa presión motivó una segunda ola de parques en esa misma década. En los años noventa continuó el crecimiento. En esos años, ya más de la mitad de las universidades tenía algún tipo de acuerdo o colaboración con parques científicos.

En Francia, la actuación más significativa[2] es el parque de Sofía-Antípolis situado en la Riviera, entre Niza y Cannes, iniciado alrededor de 1970. Bélgica fue otro país que también integró el concepto en esos tiempos. Un poco más tarde, a principios de los 80, siguieron Alemania, Italia, Finlandia y Suecia. Al continente asiático, el concepto llegó, al igual que a Europa, en los 70. El primer parque en ese continente fue el Tsukuba Science City, en Japón, concebido durante los 60, construido en los 70 y terminado en 1980. China construyó su primera iniciativa a mediados de los 80.

En España,[3] los primeros parques no se estructuraron alrededor de las universidades. Entre 1985 y 1992 se crearon 8 parques, llamados tecnológicos. Sin embargo, ya en la década de los noventa, los parques pasaron a ser considerados instrumentos de política de innovación y se concretó el papel de las universidades en los mismos. A partir de 1995, las instituciones académicas empiezan a mostrar un claro interés y se produce un alud de iniciativas. En 2004, 21 universidades españolas desarrollaban parques científicos propios y otras 42 mantenían vínculos con un parque. La década actual es, por tanto, la de explosión en el número de proyectos.[4]

El proceso de difusión temporal y geográfico de la primera iniciativa en Estados Unidos a mediados del siglo pasado ha comportado que el concepto de parque científico o tecnológico tenga hoy en día distintas interpretaciones. Todos los parques presentan diferencias y tienen particularidades suficientemente importantes como para dificultar una rápida definición. En cualquier caso, se considera que las características básicas que permiten definir a un parque científico son las tres siguientes:[5]

  • Un parque científico está asociado y relacionado con un centro tecnológicamente experto, una universidad normalmente. Esta es la característica más relevante de un parque científico.
  • Un Parque Científico debe favorecer la creación y el desarrollo de empresas basadas en el conocimiento y la tecnología.
  • Un parque científico aporta, directa o indirectamente, servicios avanzados de soporte a las empresas que en él se ubican.

Un parque científico es un espacio de calidad en cuanto a imagen, infraestructuras y servicios avanzados, que aporta valor y ventajas competitivas a sus ocupantes en los mercados globalizados.[6] De todas formas, como se verá, el proyecto ha puesto de manifiesto que el espacio no es el elemento esencial en un parque científico. Ese elemento fundamental son precisamente los servicios mencionados hace un momento. En cualquier caso, un Parque se fundamenta en la proximidad de los actores presentes en el mismo: empresas y universidades u otros centros de investigación. La aglomeración permite aprovechar los spillovers del conocimiento.[7]

Un parque en un entorno orientado hacia la economía del conocimiento

Un parque científico es una herramienta dirigida a promover el crecimiento industrial, en términos de empleo y producción. Sin embargo, seguramente el elemento esencial del concepto de parque es que se trata de una iniciativa orientada a la alta tecnología deliberadamente establecida por iniciativas gubernamentales o relacionadas con las universidades.[8] Puede afirmarse que el objetivo inmediato de un parque es facilitar el desarrollo empresarial con la finalidad última de promover el desarrollo regional. Aportaciones de autores perfectamente conocedores del fenómeno de los parques[9] indican que una región o una zona geográfica desarrollan un parque científico por una de las siguientes razones:

  • Para buscar una reindustrialización, reemplazando sectores tradicionales por sectores de alta tecnología. Muy relacionado con este punto, un parque puede promoverse para implicar a la región en el desarrollo de esos nuevos sectores de alto crecimiento. Es el caso de las tecnologías de la información y las comunicaciones y la biotecnología, sectores que han sido concebidos para incrementar el nivel económico de una región.
  • Para generar sinergias entre los distintos agentes del sistema local de innovación.

Obviamente, un Parque Científico no puede ser el único actor de la estrategia innovadora regional.[10]

Estas razones y los resultados obtenidos en el proyecto permiten afirmar que un parque es una actuación más entre otras muchas que desarrolla un entorno geográfico determinado para competir en la economía del conocimiento. Conceptos como ciudades del conocimiento o ciudades de la ciencia van claramente asociadas a un parque. Es difícil pensar en un parque científico de éxito en un entorno en el que ese parque sea la única idea, concepto o desarrollo asociado a la innovación, a la tecnología y a la sociedad del conocimiento. Tal como se ha visto, esa idea subyace en todos los parques analizados en el proyecto que se resume en este artículo. Concretamente, tanto Heidelberg como Trieste se autodenominan ciudades de la ciencia y Manchester articula una ciudad del conocimiento. También Barcelona puede catalogarse como tal, aunque en este caso las autoridades de la ciudad no explicitan el concepto.

Por tanto, cualquier actuación debe ser priorizada por las autoridades en función del contexto en el que se desarrolle. Los criterios de evaluación de un parque científico deben fundamentarse no sólo en las propuestas del propio parque sino también en el resto de actuaciones que desarrolla el entorno en el cuál el parque se ubica. Se trata de consolidar zonas que compitan sobre parámetros relacionados con la nueva economía. Todos los agentes de esa área geográfica deben actuar coordinadamente y con una amplia variedad de actuaciones simultáneas. No tiene gran repercusión una iniciativa individual, aunque sea promovida por una diversidad de actores.

Varios resultados de los que se presentan a continuación se relacionan con esa misma idea.

Un parque en un entorno industrial adecuado

La competitividad de un sector industrial y, por lo tanto, de las empresas que operan en el mismo, está determinada por una amplia variedad de factores. Algunos de ellos son, por ejemplo, las capacidades directivas, organizativas y de gestión, el dominio de las tecnologías más avanzadas, la capacidad innovadora de la empresa y del sector, el dominio del proceso productivo, buscando una gran productividad, la capacidad para fabricar con una elevada calidad, que aporta un elemento diferenciador a la empresa, la capacidad para ofrecer mejores precios que la competencia, el acceso a los canales de distribución, el acceso a las materias primas, un eficiente servicio de asistencia técnica y de atención al cliente, la internacionalización, la calificación y motivación de los recursos humanos de la empresa, etc., etc. Todos los factores tienen repercusión en la capacidad competitiva de la empresa. Sin embargo, cada sector (y cada empresa dentro de su sector) tiene unos factores principales definitorios de su competitividad.

Está establecido[11] que la colaboración Universidad – Empresa y la transferencia de tecnología se produce en empresas en las que la capacidad competitiva está básicamente determinada por la innovación. Además, se produce especialmente en aquellas empresas en las que la innovación se sustenta en la investigación y en el desarrollo de nuevos productos. Dicho de forma distinta, en la empresa, la investigación externa es complementaria (nunca substitutiva) de la investigación interna.

Considerando que un parque científico tiene, por definición, la misión de promover la transferencia de tecnología, el proyecto hace un énfasis especial en la necesidad de incorporar empresas que tengan la posibilidad de relacionarse con las entidades y organismos de investigación presentes en el parque. La identificación de estas empresas es fácil. Se trata de compañías que definen su competitividad en base a la innovación y, más específicamente, a la investigación, actividad que normalmente se sustenta internamente en un departamento específico de I+D.

En definitiva, un parque no puede integrar a cualquier tipo de empresa. Hay que ser selectivo y exigente, aún a riesgo de tener espacios vacíos. En absoluto puede tratarse de empresas de los llamados sectores tradicionales, que basan su competencia en costes, salarios, productividad, acceso a la materia prima, etc. No deberían admitirse estos perfiles de empresas tradicionales en un parque ya que nunca permitirán desarrollar los objetivos para los que ha sido diseñado.

La creación de nuevas empresas frente a los servicios a empresas existentes

De acuerdo con las ideas aportadas en los dos últimos puntos, se evidencia que las autoridades promotoras de un parque y sus responsables deben saber perfectamente cual es su objetivo y su prioridad: ¿El parque se crea para regenerar el entorno industrial? ¿El parque pretende dar servicio al entorno industrial actual generando sinergias entre los actores del sistema?.

El tipo de parque y sus correspondientes actuaciones serán muy distintas en uno y otro caso. Siguiendo con lo expuesto en el último punto (capacidad de absorción del entorno industrial), parece indicado sugerir que si el parque se ubica en un entorno formado por sectores industriales de perfil tradicional, el parque debería orientarse a la modificación de ese entorno, a la “construcción” de un entorno que compita en la nueva economía. En definitiva, a la creación de nuevas empresas basadas en el conocimiento.

La interactividad

Se ha expuesto que el parque no es ni debe ser el único agente en el sistema de innovación. En esa línea, actualmente, los parques científicos remarcan de forma especial la relación con el resto de agentes del sistema de innovación. Un parque es un agente más en un entramado de entidades y organismos que trabajan para concretar una región competitiva en la nueva economía. El estudio indica que se está abriendo paso el modelo network, el concepto de “entorno (ciudad, región…) del conocimiento”. Se trata de una idea que implica la extensión de los parques científicos y tecnológicos tradicionales a un entorno más amplio que el de sus propias paredes, una idea muy apropiada para regiones que quieren cambiar su modelo de competitividad. De la interacción de todos los agentes resulta una actividad creativa e innovadora que beneficia claramente a la región.

Ejemplos de esta visión son el elevado número de relaciones establecidas por los distintos agentes de la zona de Manchester o el concepto de estímulo de la economía local a través de la relación y el diálogo, implantado en Heidelberg. Otro ejemplo en el mismo Heidelberg de ese modelo de interacción es el hecho de que los servicios a los ocupantes del parque sean aportados por los cerca de 200 miembros asociados del Parque, la Universidad entre ellos. Esa relación ayuda a consolidar el cluster biotecnológico de la región.

Los servicios y la marca frente a los espacios

De acuerdo con la misma idea, los parques científicos “del futuro” pondrán más énfasis en los servicios de innovación que aporten a sus ocupantes que en los espacios. Definitivamente, el espacio, aún siendo una variable necesaria, no debe ser la apuesta de un parque científico. Sin embargo, no necesariamente el parque debe asumir directamente los servicios de innovación. De acuerdo con el modelo de funcionamiento en red, no se trata de replicar servicios. Se trata de identificar, seleccionar y relacionar a los proveedores de servicios con los agentes del parque, realizando una evaluación de sus aportaciones. Al mismo tiempo, los responsables de los parques deben identificar necesidades no cubiertas.

En base a estos servicios de innovación y a la relación con otros agentes, los parques construirán una marca y una imagen. De nuevo, esa marca es una prioridad frente a los espacios.

En cualquier caso, evidentemente, los espacios son necesarios, e incluso determinantes, en actuaciones especializadas. Son ejemplos de ello el Parque Científico de Barcelona, el Parque de Heidelberg o la incubadora Manchester Innovation, también visitada y estudiada en el marco de este proyecto. Es también un buen ejemplo la preocupación por esa variable que tienen los responsables del Manchester Science Park en el proceso adoptado recientemente de orientación del parque hacia el sector biotecnológico.

La expresión máxima de la visión que prioriza la marca frente a los espacios y la relación con el resto de agentes del sistema de innovación es la de Manchester Science Park. Ese parque se plantea abrir diversas nuevas sedes distribuidas por Manchester, “su” ciudad o entorno del conocimiento. Ello les permitirá una mayor proximidad al resto de agentes y un mejor funcionamiento en red.

La implicación del sector inmobiliario

Por un lado, el hecho de que los espacios tengan poco interés como variable competitiva y diferenciadora de los parques científicos y, por otro lado, la necesidad evidente de financiar las actuaciones justifican la implicación del sector inmobiliario privado en el desarrollo de las iniciativas. El mejor ejemplo es el caso de Heidelberg. Tanto el propio parque como otras actuaciones relacionadas cuentan con esa implicación. Por ejemplo, en el Parque Tecnológico de Heidelberg, los alquileres son directamente gestionados por la empresa constructora. Otro ejemplo en la zona es el UniTT, la incubadora de empresas promovida por la Universidad y el Parque Tecnológico de Heidelberg. La incubadora es construida por una inmobiliaria, la cuál, además, aporta infraestructura. La gestión de los espacios corresponde a esa constructora.

Definición de la iniciativa

Un parque debe tener identificada y especificada su personalidad y su estrategia. La especialización sectorial (TIC, biotecnología…) es una manera de concretar esa personalidad. Sin embargo, no es una definición suficiente. Un parque debe remarcar si su prioridad principal será la creación de un entorno científico que pretende articularse con el sector productivo (parque científico en el sentido estricto del término), si será un centro dedicado principalmente a la creación de nuevas empresas de base tecnológica (parque como incubadora), si priorizará un concepto más amplio como el de la innovación (a manera de los parques tecnológicos), etc.

Evidentemente, un parque puede optar por integrar varios de esos conceptos y asumirlos simultáneamente. AREA Science Park es un ejemplo en este sentido. Sin embargo, el enfoque debe estar plenamente justificado. En el caso de AREA, se han asumido una amplia variedad de funciones debido al hecho de que el sistema de innovación está más concentrado que en otros entornos, existe un menor número de agentes y el parques ha tenido que asumir mayor número de responsabilidades.

Liderazgo personal

Las instituciones promotoras de un parque deben buscar y encontrar a un líder, a una persona que empuje el proyecto y pueda catalizar su desarrollo. La importancia de esa figura la subraya la bibliografía pero también la pone de manifiesto la experiencia de tres de los cuatro parques analizados en este trabajo: Heidelberg, Manchester y Barcelona.

La gestión del parque

Determinadas iniciativas (caso de Manchester) y otros estudios previos han identificado factores que pueden inhibir el desarrollo de un parque en sus estadios iniciales. Uno de ellos es la falta de una gestión “profesional”. De la misma forma que en el terreno de la gestión de la investigación y la transferencia de tecnología se ha planteado la necesidad de profesionalizar la gestión y de crear “escuelas de gestores de la I+D”, las autoridades responsables de la definición de las políticas de innovación deberían plantearse una formación específica dirigida a los gestores de parques científicos.

La presencia de una empresa líder en el parque

En algunos parques científicos y en entornos “clusterizados”, ha sido determinante el efecto de grandes compañías y su efecto de arrastre sobre otras empresas. Por ejemplo, Hewlett-Packard actuó de catalizador en el Stanford Research Park ya que fue de las primeras en instalarse en el mismo. El Parque se creó en 1950. En 1955 había 5 empresas instaladas, HP entre ellas. En 1970 eran ya 70 y 90 en 1980. Ese proceso hizo de Stanford Reserch Park el núcleo y la expresión inicial de lo que hoy es el Silicon Valley. Igualmente, la ruta 128 se ha estructurado alrededor de empresas multinacionales líderes. También en otros parques, determinadas empresas han asumido el papel de “empresa locomotora”, definida como una gran compañía, innovadora y dinámica.[12]

La importancia de esas empresas líderes la expresa también el prestigioso profesor Luke Georghiou, director del PREST y, al mismo tiempo, representante de la Universidad de Manchester en el Consejo de Administración de Manchester Science Park. El profesor Georghiou identifica en la falta de multinacionales de investigación el mayor problema de ese parque. Argumenta que las grandes compañías realizan una función de atracción de pequeñas nuevas empresas.

Problemas de futuro

Los parques, de forma global, encaran problemas y retos parecidos. Muchos de ellos han sido ya expuestos a lo largo del texto. Se repasan a continuación los que pueden incidir de manera esencial en el futuro de este tipo de iniciativas.

Una primera cuestión es la necesidad de buscar factores de diferenciación.[13] Tal como se ha indicado en el punto 3.7, uno de esos factores puede ser la especialización. Cada vez son más frecuentes parques dedicados a la biotecnología, por ejemplo. Alemania es un ejemplo de país que ha optado por esa específica focalización sectorial de los parques. La especialización debería estar totalmente relacionada con las áreas o líneas prioritarias del centro productor de conocimiento asociado al parque. Por ejemplo, antes de definir el Parque Científico de Barcelona y de concretar su orientación, la Universidad de Barcelona encargó un análisis a la ANEP sobre las fortalezas de la investigación desarrollada en la institución. Evidentemente, la especialización tiene una clara incidencia en los costes de la iniciativa. En especial, la especialización biotecnológica tiene un coste muy elevado, ya que condiciona enormemente los edificios y su contenido. Esta es una de las mayores preocupaciones de los responsables del Parque Científico de Barcelona y de los del Manchester Science Park, ahora que han decidido priorizar ese sector.

En cualquier caso, tal como ya se ha dicho anteriormente, en el futuro los parques darán cada vez menos importancia relativa al espacio físico y más a las sinergias y a la diversidad de centros para un mismo parque. Es el fenómeno al cuál Ondategui (2002) llama desmaterialización (el “ladrillo” pierde su valor). El mismo autor se refiere también de nuevo al modelo network, al concepto de “ciudad del conocimiento”, que implica la extensión de los parques científicos y tecnológicos tradicionales a un entorno más amplio, muy apropiado para entornos que quieren cambiar su manera de competir. Escenarios futuros para los parques son también dibujados por Sanz (2004). En la misma línea, considera que deberá darse menos importancia a los factores inmobiliarios y, en cambio, será necesario remarcar los intangibles. Así, se acentuará el papel de las universidades y también la función de incubación de empresas. Todo ello, en el marco de una mayor presencia de la iniciativa privada, en un contexto global y al amparo de las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Un análisis estratégico realizado en el Reino Unido relativo al movimiento de los parques científicos plantea las recomendaciones de futuro siguientes.[14]

Debe potenciarse la marca “Parque Científico” para posicionarla adecuadamente en el mercado y conseguir que todos los clientes potenciales sean perfectamente conscientes del potencial y posibilidades de los parques para sus negocios. En este sentido, debe buscarse la manera de cuantificar el valor que aportan los parques a sus ocupantes. Sería la mejor herramienta de comercialización de la marca. En la misma línea, deben analizarse las necesidades de los clientes en cuanto a servicios de valor añadido y deben articularse medidas para aportar esos servicios avanzados de soporte.

De igual forma, los Parques deben trabajar para hacer evidente su papel en las políticas de desarrollo regional y trasladar esa visión a las autoridades encargadas de la definición de las políticas de innovación y de promoción económica.

Por otra parte, finalmente, debe implicarse al sector privado inmobiliario en el desarrollo de nuevos parques científicos.

BIBLIOGRAFÍA

Angle (2003). Evaluation of the past & future economic contribution of the UK Science Park Movement. ANGLE Technology               

British Council (2002). Science Parks, Business Incubators and Clusters. Briefing sheet 18, December 2002. Prepared by Professor John Allen, Chairman, Manchester Science Park, UK and Pynthia Consulting, Ltd. (www.britcoun.org)          

Capello, R.; Morrison, A. (2004). An Evaluation of the Effectiveness of Science Parks in Local Knowledge Creation: a Territorial Perspective. Paper presentado en la Schumpeter Society Conference, Milan, Bocconi University, Junio 9-12

Castells, M.; Hall, P. (1994). Tecnópolis del mundo. La formación de los complejos industriales del siglo XXI. Alianza Editorial, 1994, 2001

Cohen, W.; Levinthal, D. (1990). Absorptive Capacity: A New Perspective on Learning and Innovation. Administrative Science Quarterly, 35, 128-152

Cooke, P. (2001). From Technopoles to Regional Innovation Systems: The Evolution of Localised Technology Development Policy. Canadian Journal of Regional Science, XXIV: 1, 21-40

Georghiou, L.; Cassingena, J. (2003). Contribution of Universities to the Knowledge Capital: A Scenario for Success in 2008

Ondategui, J.C (2002). Parques Científicos e Innovación en España: 15 años de experiencia. Economía Industrial, núm.346, 147-160

Roure, J.; Condom, P.; Rubiralta, M.; Vendrell, M. (2005). Benchmarking sobre parques científicos. ISBN 84-609-6396-9. Fundación Genoma España

Rowe, D. (2003). Science Parks in the United Kingdom. Today and Tomorrow. InnovationMatters. Technology Innovation Group, Inc.

Sanz, L. (2004). Fundamentals of Science Parks: tools for regional development (www.iasp.ws)

Ylinenpää, H. (2001). Science Parks, Clusters and Regional Development. Paper presented at 31st European Small Business Seminar in Dublin, Sept 12-14

[1] Rowe, 2003

[2] Castells y Hall, 1994

[3] Ondategui, 2002

[4] Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE)

[5] British Council, 2002

[6] Sanz, 2004

[7] Capello y Morrison, 2004

[8] Castells y Hall, 1994

[9] Castells y Hall, 1994

[10] Cooke, 2001

[11] Van en esta dirección las aportaciones relativas a la Capacidad de Absorción formuladas por Cohen y Levinthal y todos los trabajos relacionados.

[12] Ylinenpää, 2001

[13] Ondategui, 2002

[14] Angle, 2003

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