Cuando la falta de I+D es el síntoma y no la enfermedad

Si recordáis, hace un tiempo os hablé de la Capacidad de Absorción de las empresas. Definida por Cohen y Levinthal, significa que una empresa no puede absorber conocimiento externo si no ha desarrollado una capacidad interna de absorción. Esa capacidad de absorción explica que la generación de tecnología, innovación y disrupción sea path dependent, es decir, dependa del camino hecho, de la trayectoria. Una empresa no puede ser brillante en el ámbito tecnológico de hoy para mañana.

Pero ese concepto no se aplica sólo a las empresas. También a los territorios y países (de hecho, también a las personas). Una empresa, un territorio, una persona no pueden ser brillantes en el ámbito de la innovación, la tecnología y la disrupción de hoy para mañana. Dependen de lo hecho en el pasado. Y lo que hacen hoy determina lo que podrán hacer en el futuro. Es por ese motivo que cuando un territorio, un país (o una empresa, o una persona) que ha invertido mucho durante décadas en I+D, innovación y tecnología, deja de hacerlo -por ejemplo debido a una crisis- está asumiendo una doble pérdida:

  1. Deja de crear nuevo conocimiento, nueva innovación, nueva tecnología pero también
  2. Deja de construir capacidad de absorción que le permita ser competente más adelante y pierde por tanto capacidad futura para volver al mismo punto en el que estaba.

Si un territorio cierra una universidad o un parque científico, en el futuro no podrá volver fácilmente al punto en el que estaba. Tendrá que desarrollar un enorme esfuerzo para llegar al mismo estadio. No bastará con volver a “abrir las puertas” de ese centro. Es por ese motivo esencial (y no por la producción científica que puedan producir en cada momento) que es vital que la “crisis” no continúe afectando nuestro sistema de I+D, innovación y tecnología. Cuando dejamos de invertir en I+D, dejamos de desarrollar capacidad de absorción y en el futuro nos será mucho más complicado asimilar, crear y explotar nuevo conocimiento.

Acabo de leer un artículo interesante sobre este tema. Se trata de Why poor countries invest too little in R&D. Entre sus autores se encuentra Xavier Cirera, quien también es el coautor del libro The Innovation Paradox: Developing-Country Capabilities and the Unrealized Promise of Technological Catch-Up. Lo podéis descargar aquí.

El artículo que he leído se refiere a la siguiente paradoja. Se sabe que la I+D es un factor esencial de crecimiento económico y que el rendimiento de las inversiones en ese ámbito es muy elevado. Pero en cambio, los países pobres invierten menos en I+D, innovación y tecnología que los países ricos. De hecho, más que ponerse al día, la diferencia se acentúa, se está dando una “Gran Divergencia”: los países ricos continúan avanzando y los pobres están cada día más distantes en ese campo. Es la paradoja de una certeza de altos rendimientos pero, a pesar de ello, de una baja inversión.

El artículo aporta una explicación a esa paradoja. Sus datos sugieren que, si bien las contribuciones del trabajo físico y el aumento del capital humano son aproximadamente constantes en todo el proceso de desarrollo, los rendimientos de I+D trazan una relación invertida en forma de U. Más en concreto, los rendimientos de la inversión en I+D son crecientes hasta aproximadamente el nivel de ingresos de la Argentina moderna. A partir de ese punto, a medida que el ingreso per cápita continúa cayendo, el rendimiento de la inversión en I+D disminuye drásticamente, llegando a valores negativos para los países con ingresos per cápita muy bajos.¿A qué se debe ese comportamiento? Los autores comentan que se debe a la falta de una amplia gama de factores complementarios. La adopción de innovación o tecnología no es una actividad aislada. Depende de la acumulación de capital de conocimiento y de otros tipos de capital o factores. La escasez de estos factores conducirá a rendimientos bajos de la innovación. Por ejemplo, las subvenciones de un gobierno a la I+D tendrán poco retorno si no hay en el país capital humano técnico de alto nivel.  O bien, las ideas generadas por una universidad no crearán valor añadido si no son recogidas por empresas con alta capacidad. O finalmente un empresario con una buena idea, pero que no puede acceder a los mercados de crédito, importar determinada maquinaria o encontrar los trabajadores calificados necesarios, no podrá dar valor a esa idea.

Los autores afirman que sus hallazgos son importantes por varias razones. Así, proporcionan un mecanismo para explicar la falta de convergencia tecnológica de los países de bajos ingresos. Implican también que debamos revisar las medidas de rendimiento de la innovación. La evaluación comparativa de los niveles de innovación o focalización de I+D requiere tener en cuenta el stock de factores complementarios disponibles. En su ausencia, más I+D no es necesariamente mejor. No es inusual encontrar comparaciones entre países en cuanto al % del PIB que dedican a I+D. Y solemos argumentar que deben destinarse más recursos a esa I+D cuando es escasa. Pero, según los autores, ello es válido si ese país tiene también niveles similares de otros factores. Por ejemplo, capital humano y físico acumulado.

Los autores del artículo expresan la idea de otra forma: Afirman que un bajo nivel de I+D en un país puede no representar un problema de innovación que requiera por ejemplo ayudas del gobierno. Puede representar en cambio problemas en otros factores. Por ejemplo, sistemas escolares o mercados de crédito deficientes. Es decir, la falta de I+D puede no ser la enfermedad sino el síntoma.

Los autores indican que los resultados sugieren también una concepción amplia del concepto de sistema nacional de innovación en los países en desarrollo. Dado lo anterior, el sistema nacional de innovación debe incluir no solo las fallas normales del mercado relacionadas con la innovación sino también el funcionamiento de los mercados para todos los factores complementarios. También debe preocuparse por estimular la demanda de innovación por parte de las empresas y garantizar las capacidades de las empresas para responder a esa demanda.

Este último punto, a su vez, plantea lo que los autores llaman el dilema de la política de innovación. Es el siguiente: a medida que aumenta el número de fallas de mercado que los paises deben solucionar si quieren que sus actuaciones de innovación sean rentables, disminuyen las capacidades de sus gobiernos para resolverlas.

4 Replies to “Cuando la falta de I+D es el síntoma y no la enfermedad”

  1. Molt bon article Pere. Comparteixo la visio i els conceptes que hi ha al darrera. L’argumentacio reforça la visio de la importancia de les condicions d’entorn, dels ecosistemes, i de que cap dels seus “ingredients” / agents sigui un “coll d’ampolla” excesiu, que bloquegi les possibilitats d’innovar. I com dius aixo tant val a nivell d’empresa com de territori, a qualsevol escala. Enhorabona!

  2. Molt interessant, Pere. Hem de veure que farà aquest govern argenti… anirem per la esquerra o dreta de la U? Haha

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