Lo digital en Barcelona: ¿Cómo hemos llegado al Pier?

No nos acordamos demasiado, pero la ola de Internet de los noventa tuvo sus efectos en Barcelona. En aquellos tiempos hubo aquí gente que fundó startups, las capitalizó, las hizo crecer y las vendió. Gente como Gonzalez Barros de la incubadora Intercom, de dónde salieron Softonic, creada en 1997 y comprada por Partners Group por 82 millones de euros. O Infojobs, creada en 1998 y adquirida en 2006 por el grupo noruego Schibted por 185 millones de euros. Más tarde, Schibsted ha comprado también en Barcelona otras startups: Anuntis de David González Castro en 2013 por 75 millones, Milanuncios en 2014 por 100 millones y Habitaclia, en 2017. Después de la adquisición, David González Castro se convirtió también en inversor y ha continuado creando startups. Lidera RedArbor, el tercer grupo de bolsas de empleo online en el mundo, ubicado en Sant Cugat.

Antonio Gonzalez Barros, uno de los cofundadores de Intercom

Mar Galtés, en uno de sus magníficos artículos, nos recuerda que en 1993 se fundó en Barcelona Cluster Consulting, para aportar servicios al incipiente sector de las telecomunicaciones en el mundo. Nos recuerda también que, en 2000, Diamond Technologies la compró. El valor de la compañía en ese momento se fijó en 1.000 millones, aunque la transacción se basó en acciones de la empresa americana. Los promotores de Cluster continúan alimentando hoy el ecosistema tecnológico de Barcelona, en distintos papeles. Por ejemplo, Javier Rubió y Marcel Rafart están ahora en Galdana Ventures. Marcel antes había cofundado Nauta, otro fondo de inversión.

En Galdana Ventures está también Didac Lee. Él es otro referente de la década de los 90. En 1998, fundó Scubastore, semilla de lo que ahora es Tradeinn, el ecommerce de material deportivo que cierra 2019 con unas ventas de 170 millones de euros.

Equipo de Triatlón de Tradeinn frente a la sede de la compañía en Girona

Los 90 eran también los tiempos en que Pep Vallés sacaba Olé de la Fundació Catalana per a la Recerca y conducía el proyecto hasta el portal Terra, por un importe de 18 millones de euros. Justo en el momento del pinchazo, en 2000, Nacho Sala fundaba Atrápalo. Hoy esta plataforma factura 340 millones de euros al año y cuenta con ocho millones de usuarios. También coincidiendo con el cambio de siglo se creaba eDreams en Silicon Valley y pocos meses después la empresa se trasladaba a Barcelona. En 2006 el fondo de capital riesgo TA Associates la adquiría por 153 millones de euros.

Nacho Sala, de Atrápalo, con el reconocimiento que le otorgó el Programa Revolució 4.0

Pero llegaron nuevos emprendedores. En 2006, Iñaki Ecenarro, Daniel Jiménez y Raúl Puente fundaron Trovit. La japonesa Next la compró en 2014 por 80 millones de euros. Ese mismo año 2006 se creaba Privalia que, en 2016 se convertiría en la mayor salida de todo el ecosistema español de startups hasta la fecha. Vente Privée la compró por 500 millones de euros. Los jóvenes Andrés Bou y Horacio Martos fundaron Social Point en 2008. En un post anterior dedicado a los videojuegos yo decía que Take Two la adquirió por 250 millones de dólares. En ese momento, Dídac Lee ya tenía Inspirit, su plataforma de creación de startups. Allí fundó Zyncro en 2008, junto con Lluís Font, y la vendieron al grupo mejicano Rio Paraná en 2014 por 30 millones de euros.

Miguel Vicente fundaba LetsBonus en 2009 coincidiendo con el auge de la compra colectiva y la vendía muy rápido, en los primeros meses de 2011, a LivingSocial por 50 millones de euros. Miguel Vicente vio que podía crear una verdadera máquina de fundar y vender startups y, junto con Gerard Olivé, establecieron Antai Venture Builder. De esta plataforma han surgido startups célebres como Glovo (que acaba de convertirse en un unicornio), Cornerjob (vendida en 2019 a Eurofirms), Wallapop, Deliberry o Carnovo. Como decía, una máquina perfecta de producción de startups. Esa máquina, Antai Venture Builder, se ubica en el edificio Pier01, en la zona del puerto de Barcelona, justo al lado de los grandes yates que recalan en la ciudad.

Oscar Pierre, fundador del unicornio Glovo

En ese mismo edificio está también Conector de Carlos Blanco. Carlos es otro de los protagonistas del entorno digital de Barcelona, desde hace tiempo. En los años 90 era ya un emprendedor en serie. En 2001 fundó el Grupo ITnet, otra de esas “máquinas” creadoras de startups. De ahí surgió Akamon, como dije en el post de videojuegos, vendida a Imperus. Pasaron también por esa aceleradora Kantox, Deporvillage o Infantium. El Grupo ITnet cesó su actividad en 2015. Ahora Carlos gestiona tres proyectos: Conector Startup Accelerator, Nuclio Venture Builder y el fondo de capital riesgo Encomenda.

Muchos de los que he citado y unos cuantos más han confluido en la asociación empresarial Barcelona Tech City. Hoy, en la Junta Directiva de esta asociación podemos ver los nombres de Miguel Vicente y Gerard Olivé, Didac Lee, Lucas Carné de Privalia, Carlos Blanco, Mauricio Prieto de eDreams, Tomás Diago de Softonic o Iñaki Ecenarro de Trovit, entre otros.

La Asociación nació en 2013, como clúster Ecommerce & Tech Barcelona, promovida por unas 20 empresas de comercio electrónico. En 2015, la asociación pasó a llamarse Barcelona Tech City, con el objetivo de agrupar todas las empresas del negocio digital y tecnológico de Barcelona. Actualmente, son más de 800 entidades asociadas. Un crecimiento espectacular, en muy pocos años. Barcelona Tech City es la promotora del edificio Pier01, inaugurado en 2016.

Edificio (¿o Campus?) Pier

En ese edificio confluyen startups digitales, inversores, aceleradoras, entidades del sector público y corporaciones. Es un mundo de emprendimiento y tecnología en pleno centro de la ciudad. Es el polo de moda en Barcelona. Tiene 11.000 m2 y acoge 1.000 personas de unas 100 empresas, principalmente de los ámbitos digital e Internet. En el edificio hay iniciativas como The Collider y Digital Talent, promovidos por la Fundación Mobile World Congress. Están también allí inversores, varias aceleradoras y venture-builders y programas corporativos como Payment Innovation Hub y SEAT Metropolis Lab.

El edificio está justo al lado del puerto. Desde sus ventanas y desde su terraza, casi puedes tocar con la mano los mástiles de los veleros y los lujosos yates que atracan en los muelles. Es un espacio de privilegio. Aquello hierve de vida tecnológica: charlas, seminarios, presentaciones de proyectos, encuentros con personas que están trabajando en las fronteras del conocimiento y la tecnología… Dando una vuelta de media hora por el edificio, conversando con algunos de los usuarios, obtienes una inyección de actualidad. En otros entornos, necesitarías semanas para alimentarte con inputs similares. Es un espacio que engrandece a las personas que trabajan en innovación y tecnología.

Hoy todas las ciudades del mundo de una cierta importancia tienen esos tipos de espacios. Estos proyectos son esenciales para sus metropolis. Suponen espacios y comunidad. Amsterdam tiene TQ, París tiene Station F, Londres el Google for Startups Campus o también Plexal, Huckletree y Uncommon, Berlín tiene The Factory, en Houston acaban de poner en marcha The Cannon, Lisboa abre también en 2019 su Factory Lisbon, Austin tiene el Capital Factory, Copenhague tiene la Founders House, Helsinki su Maria01…

En Boston está el Cambridge Innovation Center (CIC). Se fundó en 1999 y ha sido la referencia para todos los edificios de este tipo que han venido después. Hoy sus espacios albergan a más de 5.000 empresas en 8 ciudades distintas, dos de ellas en Europa; Rotterdam y Varsovia. El CIC contribuyó también al nacimiento de los coworkings, espacios compartidos que tratan de crear un ambiente similar y que hoy se expanden por el mundo, en respuesta a los poco sociales centros de negocios.

Esos edificios suponen la plasmación física de una nueva realidad. Si visitáis cualquiera de esas opciones que acabo de comentar, os sentiréis transportados a algo distinto. Ahí se concentra una buena parte del talento de esas urbes. Ahí dentro hay alegría, pasión y fuerza. Esos espacios no tienen nada que ver con los que las empresas tradicionales han estado utilizando hasta ahora.

Pero Barcelona Tech City, de la mano de Miquel Martí, quiere ir más allá. Está desarrollando un concepto de campus urbano. A mediados de 2019, al edificio del Pier01, le añaden una segunda ubicación -dedicada a iniciativas de Blockchain- y una tercera en el centro de la ciudad, para eventos y actos del ecosistema. Esta semana leíamos sobre sus planes para abrir un nuevo espacio en el edificio de Correos.

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