El ciclo de vida de la transferencia de tecnología

Vayamos a Boston y a su vecina Cambridge. Ahí, en la calle principal, muy cerca del Cambridge Innovation Center, en un imponente edificio de color rojo, el MIT tiene su Oficina de Licencia de Tecnología (TLO), una unidad que administra una cartera de 3.112 patentes. Desde 1949 hasta 2018, el MIT ha generado 20.268 invenciones y 2.800 acuerdos de licencia. La TLO dibuja un ciclo de vida de la transferencia de tecnología.

La AUTM también usa ese ciclo de vida. La Asociación de Gestores de Tecnología Universitaria (AUTM) es la mayor agrupación mundial en el ámbito de la transferencia de tecnología. La forman más de 3.000 personas que representan a 800 universidades, centros de investigación, hospitales investigadores y agencias gubernamentales de todo el mundo.

Ese ciclo de vida anual de la transferencia de tecnología empieza con el dinero invertido en investigación, sigue con las notificaciones de invención por parte del personal científico, vienen a continuación las solicitudes de patentes y acaba con los acuerdos de licencia y las spinoffs formadas.

Ciclo de vida de la transferencia de tecnología de la AUTM para el año 2018. El ciclo empieza (y acaba) arriba, en los 71,7 billones de dólares invertidos en investigación

En 2019, las cifras del MIT para ese ciclo de vida han sido las siguientes:

  • 1.800 millones de dólares invertidos en I+D
  • 789 invenciones
  • 439 patentes (ya que no todas las invenciones se patentan, por distintos motivos)
  • 143 acuerdos de transferencia de tecnología
  • 25 spinoffs creadas.

Fijaos en algo interesante de ese ciclo de vida: Se genera una invención por cada 2,3 millones de dólares invertidos en I+D. Por otra parte, la mitad de las invenciones no se patenta, como decía, por distintos motivos. Por tanto, ello supone una patente por cada 4 o 5 millones de dólares que se inyectan al principio de ese ciclo de vida. Finalmente, se crea una spinoff por cada 75 millones de dólares de I+D. Esos ratios son los usuales en las grandes universidades investigadoras. Los agregados de la AUTM (gráfico anterior) van también en esa línea.

Esos ratios son “mejores” en países o en universidades que invierten menos en I+D

Es paradójico, ¿verdad? ¿Estamos afirmando que se generan más patentes y spinoffs por unidad de dinero invertido? ¡Vaya! Os lo aclaro: No es una paradoja. Es un autoengaño.

En esos países y universidades menos boyantes, la presión por generar patentes y crear spinoffs es alta, ya que quieren seguir a los líderes. Con ello, generan también muchas. Pero, al estar basadas en menos inversión en investigación, son -en general- de menor calidad. Expresado de otra forma, se basan en resultados de investigación que no están tan cerca de la frontera del conocimiento y tienen, por tanto, un menor impacto potencial.

Hace años, mostré en cifras que las universidades españolas generaban una patente por cada 1,9 millones de euros de I+D que entraban en el ciclo de vida. Es decir, las universidades españolas patentaban más del doble que las mejores universidades americanas. En cuanto a las spinoffs, la diferencia era aún más extrema: Se creaba una empresa por cada 6,6 millones de euros.

Ciertos países no aceptan o parecen ignorar que en este ámbito sus limitaciones y diferencias con los referentes mundiales (Estados Unidos, como el caso de máximo paradigma) se encuentren en los menores recursos que destinan a crear la tecnología. Ponen entonces un enorme énfasis en su capacidad para transferir tecnología. Por supuesto, invertir en transferencia de tecnología es mucho más económico que invertir en la creación de esa tecnología.

Ciertos ámbitos de esos países -por ejemplo, el político- continúan insistiendo en la necesidad de transferir, no en la de crear. Han cuestionado y han exprimido a sus oficinas de transferencia de tecnología. Han apostado por -excesivas y diversas- iniciativas que prometían convertir en resultados prácticos la investigación realizada en sus universidades y en sus centros. Cuando se les ha puesto de manifiesto la contradicción, afirman que cada país tiene su propio modelo y que no todos tienen por qué ser como los Estados Unidos.

Por tanto, para ese mundo político de esos países, ese foco en la transferencia y los resultados prácticos permite camuflar las debilidades de su sistema de investigación.

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