Los latidos de las ciudades: El caso Manchester

Las ciudades avanzan a golpe de grandes proyectos. Actúan como latidos que insuflan dinamismo a su economía y a su sociedad. Si hurgáis un poquito en la historia de cualquier ciudad (de la vuestra misma) os daréis cuenta de ello. Evidentemente, la lánguida gestión diaria es necesaria. Pero solo da continuidad. No proporciona impulso relevante. El gran ímpetu lo dan las iniciativas ambiciosas. Eso es muy sabido. Lo que es menos evidente, lo que no sabe tanta gente es que en el siglo XXI los grandes proyectos transformadores de las ciudades están relacionados con la Ciencia y la Tecnología. Es lo que intento remarcar en el post de hoy, que explica el caso de Manchester (también lo he hecho en unos cuantos antes; por ejemplo, en el que dediqué hace pocos días a Trieste).

Manchester es una de esas ciudades que permite entender de manera rápida cómo las grandes urbes se reinventan a golpe de grandes proyectos. Por ejemplo, ¿sabíais que Manchester -sin tener mar- construyó un puerto que ha estado entre los principales del mundo durante buena parte del siglo XX? 

Veamos algo de su historia. A finales del siglo XVII contaba con 6.000 habitantes. Cerca de allí, Liverpool y Leeds eran también localidades pequeñas, con 4.000 y 2.000 habitantes. Pero llegó la revolución industrial, gran cambio global que surgió justo en aquel lugar. Hay quién dice que el momento exacto del comienzo de esa revolución industrial es 1761, con la inauguración del Canal Bridgewater, por el que navegaron pequeños botes que transportaban el carbón que se extraía en las minas de Worsley hasta las fábricas de Manchester, a unos 15 kilómetros. Ese canal fue uno de esos grandes proyectos colectivos, un latido que insufló vida por décadas. Más tarde, en 1776, se extendió hasta Liverpool, llegando a los casi 70 kilómetros.

La industrialización hizo crecer de manera espectacular a esas ciudades inglesas. Manchester pasó a tener 25.000 habitantes en 1772. Pero en 1850 ¡eran ya 367.000! A Liverpool le ocurrió algo parecido. Gracias a su puerto creció desde los 77.000 habitantes en 1800 hasta los 400.000 en 1850.

En Manchester, la industria textil estuvo en la base de su crecimiento. Pronto se erigió como la capital característica de la revolución industrial. En la ciudad había gran número de fábricas de algodón movidas por vapor. A pesar de estar situada a mucha distancia de la costa, la urbe competía con los centros manufactureros del este de Inglaterra por su característico clima húmedo, más adecuado para manipular el algodón. Desarrolló también una industria de maquinaria para la producción textil. Es cierto que su materia prima y su producción debían entrar y salir por el puerto de Liverpool, a unos 60 kilómetros. Pero la ciudad era competitiva, era inquieta.

La inquietud forjaba iniciativas innovadoras que alimentaban su competitividad. Repito pues: Las ciudades generan periódicamente ambiciosos proyectos, que -por varios años- otorgan inercia. Benditos sean esos ciudadanos, grandes innovadores e impulsores, que promueven esas palancas de cambio. Las capitales que no cuentan con esas figuras no prosperan igual.

En el caso de Manchester, ese canal Bridgewater fue una de esas iniciativas. Pero llegaron otras, en diversos momentos de debilidad de la ciudad. Así, más tarde se consideró que ese puerto de Liverpool era un lastre (como decía, tanto la materia prima como la producción debían pasar por allí). Las altas tarifas del puerto y el transporte reducían los beneficios. Además, en las décadas de 1870 y 1880, por la Guerra Civil americana, las importaciones de algodón de los estados sureños americanos disminuyeron y se produjo una depresión económica en la zona.

Con el objetivo de animar la economía de la ciudad se propuso comunicar directamente Manchester con el mar (¡a 60 kilómetros!) a través de un canal navegable. En 1882, un empresario propuso la idea y organizó una reunión con el objetivo de unir esfuerzos para formar la Manchester Ship Canal Company, con aportaciones económicas del Manchester City Council. En la obra, trabajaron de forma simultánea 16.000 obreros. Se inauguró en 1894 y en ese momento solo cinco barcos en el mundo eran demasiado grandes para poder navegar por él.

Y el canal consolidó un puerto en la ciudad, que se erigió como centro de distribución de bienes importados para toda la región y promocionó la ingeniería de Manchester. En 1914, el 5% de las importaciones y el 4% de las exportaciones del Reino Unido circulaban por el canal. El almacenaje de mercancías en tránsito adquirió notoriedad en la ciudad. Se extendieron las warehouses, que aún hoy definen el paisaje urbano de Manchester.

El canal cruzaba el Trafford Park Industrial Estate, inaugurado en 1896. Fue el primer parque o polígono industrial del mundo. A principios del siglo XX, ese parque industrial era la mayor concentración empresarial del mundo. Estaban allí empresas como la British Westinghouse Electric Company, la Co-operative Wholesale Society, una planta de la Ford Motor Car, Kelloggs, Hovis Bread, Brook Bond Tea, etc. En la Segunda Guerra Mundial, allí se producían los aviones de guerra Manchester Bomber y los motores Rolls Royce Merlin de aviones de combate como el Spitfire. Se fabricaron también en Manchester más de 1.000 aviones Lancaster Bombers.

Pero poco a poco, las cosas cambiaron y el Canal perdió su importancia. Fue a partir de los 70, con el desarrollo de medios de transporte como el avión, nuevas carreteras y autopistas y sistemas más efectivos de carga en el ferrocarril. Además, llegó el declive industrial. Por distintas razones (competencia mundial, desaparición del mercado indio, etc.), la industria del algodón, que había llegado a récords hacia 1910, inició un declive entre las dos guerras, se derrumbó hacia 1950 y había prácticamente desaparecido en 1960. Hubo también la crisis de la producción en masa y de la industria pesada. En los 70 y 80, el Reino Unido cerró minas de carbón, siderurgias, astilleros, grandes empresas de ingeniería… Los efectos en Manchester fueron devastadores. La ciudad perdió 200.000 empleos entre 1972 y 1984 y el desempleo alcanzó niveles del 20%.

Manchester necesitaba urgentemente reinventarse. La mirada de las autoridades se dirigió hacia la economía del conocimiento, a través de múltiples iniciativas. Por ejemplo, en 1978, el Ayuntamiento y universidades analizaron el entonces nuevo fenómeno de los parques científicos y acabaron creando Manchester Science Park, junto con el sector privado.

Visité Manchester hará unos 15 años, en un par de ocasiones, la primera para estudiar su sistema de transferencia de tecnología y de creación de spinoffs y la segunda para estudiar ese Parque Científico. En aquellos días, los documentos estratégicos de la ciudad decían que un amplio conjunto de agentes del sistema trabajaban para “create an internationally acclaimed “Knowledge Capital” within the Greater Manchester conurbation, which will position Manchester, branded as the Knowledge Capital, at the heart of the Knowledge Economy, significantly contributing to the economic growth of the nation and the Northwest region leading to a healthier city/region with a vibrant, safe and attractive environment in which to live, work and play, for people of all ages, social and cultural backgrounds”.

Otro ejemplo de gran proyecto tractor en la ciudad: fusionaron dos de sus mayores universidades, creando una de las mayores instituciones académicas del Reino Unido. Fue en 2004, cuando la Victoria University of Manchester y la UMIST se extinguieron y de  ellas nació la University of Manchester. La nueva institución surgía con un presupuesto anual de unos 500 millones de libras (actualmente supera los 1.000 millones). Los promotores de la fusión esperaban -como ha acabado ocurriendo- que la nueva universidad se situase entre las más importantes del Reino Unido, junto con Cambridge, Oxford, London Business School e Imperial College. Ha sido pues otro de los grandes proyectos transformadores de la capital.

Efectivamente, una “simple” fusión de universidades puede actuar de gran latido dinamizador ¿Es algo que Barcelona podría plantearse? Creo que años atrás se habló de una UC que concentrase una buena parte de las actuales universidades. Por supuesto, sería una buena sacudida para el sistema.

Manchester ha conseguido reinventarse. Es hoy una de las grandes capitales del conocimiento. De nuevo, Ciencia y Tecnología en el centro de una ciudad.