Y-Combinator

A mis alumnos de la edición 2020-21 del Máster de Creación de Empresas de Base Tecnológica de la UB les hablaba hace pocos días de las aceleradoras de startups. También de Y-Combinator, la primera que existió.

Pocas horas después, Gabriel Nesvara, un alumno recién llegado de Chile, me escribe un mail con un link a un post dónde se exponía la experiencia de los emprendedores de Fintual, los primeros de ese país en ser aceptados en Y-Combinator. En su post, esos emprendedores describen a la perfección la cultura propia de este mundo. Esos fundadores de Fintual manifestaban que el día que fueron aceptados en Y-Combinator fue uno de los más felices de su vida. Allí se dieron cuenta de la enorme diferencia de esfuerzo entre su primer intento fallido y el segundo exitoso. Aprendieron también a pensar en grande, a no preocuparse por los problemas pequeños, a concentrarse en un problema acotado de su entorno local. Pero, existiendo también ese problema en cualquier parte del mundo. Allí vieron que Y-Combinator busca equipos geniales, grupos de fundadores con capacidades técnicas, resiliencia y simpatía. Allí conocieron el mantra de Y Combinator: “Make something people want”.

Emprendedores en Y-Combinator

Y-Combinator fue creada en 2005 en Cambridge, al lado de Boston, aunque poco después se trasladaría a Silicon Valley. La fundaron Paul Graham y su pareja Jessica Livingston, acompañados por Trevor Blackwell y Robert Morris. Paul Graham, en su página web personal, otorga mucho mérito a las ideas de Jessica a la hora de concretar lo que debía ser el nuevo concepto. Jessica publicó un interesante libro (Founders at Work: Stories of Startups’ Early Days) de entrevistas a famosos fundadores de startups, algunas de las cuales pasaron por Y-Combinator.

Jessica Livingston y Paul Graham, fundadores de Y-Combinator

Recuerdo que una aceleradora funciona de la forma siguiente: Realiza una convocatoria para startups, recibe candidaturas y selecciona las empresas participantes. En función de si la aceleradora es más o menos conocida, el porcentaje de aceptación es menor o mayor. Las aceleradoras más célebres (entre ellas, por supuesto Y-Combinator) aceptan menos del 5% de las candidaturas. En el mundo de las aceleradoras, a cada una de las convocatorias o ediciones se le llama batch o lote. El funcionamiento por lotes es una diferencia esencial que las aceleradoras tienen en comparación con las incubadoras.

Una vez seleccionadas las startups que formarán ese batch, empieza un período -de unos tres meses- durante el cual los fundadores reciben formación y mentoría. Cada aceleradora tiene a una extensa red de mentores. Suelen ser emprendedores que han tenido éxito en sus empresas y que deciden ayudar a las siguientes generaciones de startups. El listado de sus mentores es uno de los principales activos de las aceleradoras.

En ocasiones, las aceleradoras ofrecen también espacios y a veces dinero. Por ejemplo, Y-Combinator aporta 120.000 dólares a cada una de las seleccionadas (y a cambio, se queda con el 7% del capital). Ese período de tres meses suele acabar con lo que se llama el Demo Day, un acto público en el que los emprendedores exponen sus proyectos.

Muchas aceleradoras personalizan la relación con los emprendedores y, para cada empresa emergente, al inicio del período de aceleración, detectan aquellas cuestiones que requieren un impulso especial: incrementar las ventas, aumentar el número de usuarios, extender la presencia geográfica, etc. En esos casos, se identifican los indicadores clave y se les asignan objetivos. El proceso de aceleración supone un foco total en esos objetivos.

Las startups salen pues de esas aceleradoras mucho más avanzadas, más maduras, que cuando entraron. Hoy las aceleradoras son los agentes que mejor definen el proceso metodológico de creación de startups. Unas 20 aceleradoras en un ecosistema, cada una de ellas con varias ediciones cada año, actúan como un corazón. Cada edición es un latido. Cada latido supone una nueva inyección de startups sólidas al ecosistema, dónde esperan los inversores para aportarles financiación, continuando el proceso de crecimiento de esas empresas emergentes.

Hay centenares de aceleradoras en el mundo. Cada ecosistema mínimamente potente tiene un número que se sitúa, grosso modo, entre 20 y 50. Por ejemplo, Startup Blink, que incluye 1.000 ciudades de 100 países, tiene a 540 de esas aceleradoras en su plataforma. En la ciudad de Barcelona constan 21 en la plataforma de Startup Blink.

Algunos estudios (y la propia aceleradora) indican que por Y-Combinator han pasado más de 2.000 startups, las cuáles han concretado unos 200 exits. La valoración de las compañías que han pasado por Y Combinator es de unos 155.000 millones de dólares. Airbnb, Dropbox o Coinbase son ejemplos de algunas de ellas.