¿En qué se parecen un gato, una empresa y una ciudad?

Visualizaba en youtube una charla que Geoffrey West dio en el marco de Dreamforce, el mayor encuentro global del mundo del software, que reúne a la comunidad Salesforce. Os incluyo aquí el link al video. La charla se titula The Universal Laws of Growth, Innovation, and Sustainability. Es un resumen de su magnífico libro Scale: The Universal Laws of Growth, Innovation, Sustainability and the Pace of Life in Organisms, Cities, Economies, and Companies.

Geoffrey West es un físico teórico licenciado en Cambridge en 1961 y doctorado en Stanford en 1966, dónde ejerció de docente durante años. Su carrera académica se centró en las partículas elementales, sus interacciones e implicaciones cosmológicas. Más tarde se interesó por la ciencia de la complejidad, desde el Instituto Santa Fe, la institución de referencia en el mundo en esa ciencia y sus teorías. West percibe unas leyes universales que rigen desde los elementos simples a escala molecular hasta organismos y ecosistemas complejos. Él incluye en esos ecosistemas a nuestras ciudades y a nuestras empresas. Sus argumentos son fascinantes y su discurso es estructurado y bello. Y detrás está su teoría matemática, que sustenta esos argumentos. Os hago a continuación una sinopsis de esa presentación de Geoffrey West en Dreamforce, la cual -como decía- resume a su vez su teoría y sus tesis expuestas en el libro que he referenciado antes.

La biología

¿Por qué vivimos 100 años y no 1000? ¿Por qué dormimos 8 horas y no 15 como los ratones o 3 como los elefantes? ¿Por qué crecemos hasta un cierto punto y no continuamos creciendo de manera infinita? ¿Por qué casi todas las empresas acaban desapareciendo mientras que nuestras ciudades casi nunca mueren y siempre permanecen?

Tamaño y energía están relacionados en los seres vivos. Los animales varían su tamaño según su ratio metabólico, la energía necesaria para mantenerse vivo. Pero lo curioso es que, si un ser vivo doblase su tamaño, la energía que necesitaría para vivir no sería el doble, sino que se incrementa en un factor próximo a ¾ partes, el 75%. Hay una economía de escala energética en el tamaño.

Ese ratio metabólico marca el ritmo de la vida. Es decir, los animales pequeños viven más rápido pero menos tiempo. Y por ello el número de latidos del corazón de los mamíferos es el mismo para todos ellos a lo largo de la vida.

Esa economía de escala (doblar tamaño, pero solo aumentar el 75% la energía necesaria) se da en los seres vivos (incluyendo bacterias y células), pero también se reproduce en los procesos y en los eventos relacionados con la vida, incluyendo las ciudades y las empresas. Geoffrey West argumenta que la razón de ese comportamiento está en las conexiones, en las redes.

La energía que entra en un ser, proceso o evento se usa para dos cosas: el mantenimiento de lo existente y el crecimiento. Sin embargo, los seres no crecen indefinidamente. De hecho, crecen rápidamente, pero llega un momento que ese ratio de crecimiento se para. La curva siguiente de crecimiento de una vaca plasma esa idea.

Todas las curvas de crecimiento de los animales se parecen a la anterior. De hecho, Geoffrey acaba sugiriendo que todo, cuando es adecuadamente re-escalado, crece de la misma manera: animales, colonias de insectos, tumores. La teoría de Geoffrey West es que el crecimiento está determinado esencialmente por la manera como la energía llega a las células y esa manera está limitada por las propiedades universales relacionadas con las redes y las conexiones.

Empresas

Las empresas se comportan igual que los organismos biológicos. West lo ha mostrado con sus datos. Es decir, crecen hasta una cierta dimensión, pero no más. Y entonces mueren. Muestra esa proximidad de comportamiento de las empresas con un ser vivo con gráficos como el siguiente. Se trata del crecimiento de Wallmart. Los puntos representan el crecimiento real y la línea es la predicción de la teoría matemática de Geoffrey West.

Las empresas crecen, se estabilizan y mueren. Es lo que dice esta teoría. Cuanto más edad tiene una empresa, menor es su probabilidad de supervivencia.

Explica que las ciudades (que si pueden reinventarse, como veremos después) son high-dimensionals (su teoría es matemática, aunque no lo sea la  charla en la que se basa este resumen). En cambio, las empresas son low-dimensionals. Con el tiempo pierden dimensiones y diversidad y acaban sucumbiendo por no ser capaces de ajustarse a los entornos cambiantes y por la burocracia y la administración derivadas de su tamaño. Las redes y conexiones internas no dan para más.

Esa teoría aplicada a ciudades

¿Se da en las ciudades ese mismo comportamiento del crecimiento biológico? Las ciudades tienen redes y conexiones de manera similar a las que tiene un ser vivo en su interior. Esas conexiones son físicas y humanas. Las redes humanas son las más provechosas.

Vivimos en un universo socio-económico que se expande exponencialmente: En 1800, menos del 5% de la población mundial vivía en ciudades. En 2006, más de la mitad de la población mundial es urbana y se estima que en 2050 será más del 75%. Afirma que esto supone que nos estamos urbanizando a un ratio de 1,5 millones de personas cada …. ¡semana!

Y, por supuesto, ello supone unas grandes exigencias en gestión de esa urbanización (recursos, energía, impacto en el medio ambiente). Pero, al mismo tiempo, tiene también impacto en la capacidad creativa, derivada de la socialización, de la interacción. Afirma que ese es el objetivo de las ciudades: la innovación, la generación de bienestar. Dice que las ciudades son la máquina más extraordinaria creada por el ser humano. Lo relevante de las ciudades no son sus edificios o sus monumentos. Son las interacciones de las personas que viven en ellas. En la presentación, Geoffrey traslada esa idea de manera primorosa mostrando una fotografía de la plaza del Panteón de Roma. El gran templo al fondo y la plaza bullendo de gente en las terrazas de bares y restaurantes, conversando sobre cuestiones mundanas y sin importancia. Pero, es ahí, en esas interacciones entre personas que, de vez en cuando, surgen las grandes ideas y propuestas de la humanidad y los inventos y también las empresas. Lo relevante de esa plaza y esa ciudad no son pues esos monumentos sino esas conversaciones. Por tanto, de nuevo, una ciudad es una máquina, un instrumento para la interacción. Las ciudades son pues la intersección entre energía y recursos (el cuerpo, el metabolismo) y la información (una especie de genética que lleva a la innovación).

Las ciudades tienen también economías de escala. En infraestructuras, por supuesto. Por ejemplo, el número de gasolineras necesarias no crece linealmente con el tamaño de la ciudad. Pero la teoría de West muestra además una relación entre el tamaño de la ciudad y cuestiones como los sueldos de los profesionales o el número de puestos de trabajo “supercreativos”: Mayor es una ciudad, más interesantes serán sus puestos de trabajo.

¡También las ciudades de mayor tamaño crean proporcionalmente (por persona) más patentes!

La regla para todo tipo de indicadores de este tipo es la siguiente: “cuanto mayor es la ciudad, mayor es -per cápita- el indicador en cuestión”. Una ciudad de mayor tamaño tiene, per cápita, más patentes, más ideas, más gente creativa, más puestos de trabajo interesantes, salarios más elevados, más restaurantes per cápita, más eventos per cápita, etc. etc. Cuanto más grande es la ciudad, más “capital social” innovador se crea y, en consecuencia, más posee, produce y consume el ciudadano medio, ya sean bienes, recursos o ideas. Esos son los motivos por los que las grandes ciudades son atractivas y seductoras.

Son los retornos crecientes de la escala y ocurren por las redes y las interacciones sociales. West ha mostrado que cuando se dobla el tamaño de una ciudad se produce una mejora del 15% en esos retornos y un 15% de ahorro en las infraestructuras. Por supuesto, las ciudades también tienen un lado oscuro. Más o menos en el mismo grado en que aumentan los indicadores positivos del comportamiento social humano, lo hacen también los negativos: crimen, contaminación, etc.

West apunta también que las conexiones y las interacciones aceleran el ritmo vital. Veíamos que, en biología, esa sub-linealidad (aumento sólo del 75% de la energía cuando se doblaba el tamaño) debido a las redes y conexiones biológicas ralentizaba el ritmo de la vida. En cambio, en los aspectos socioeconómicos, en las ciudades, las redes y conexiones que generan esa super-linealidad, esos retornos crecientes, aceleran el ritmo de la vida. En las ciudades grandes se vive más deprisa. West muestra un gráfico que relaciona el tamaño de las ciudades con la rapidez con la que caminan sus habitantes.

En cuanto al crecimiento de las ciudades, su teoría matemática no sugiere un límite, tal como ocurría con los seres vivos. Al contrario, en este caso, para las ciudades, su teoría sugiere un crecimiento exponencial. Sin embargo, en esa teoría matemática, se llega a un punto de singularidad, de crecimiento infinito, cosa que es imposible. Y la respuesta en su modelo matemático es que el sistema -esa ciudad- colapsa. Pero su modelo sugiere también como se evita ese colapso matemático y real: Mediante “revoluciones” innovadoras periódicas que se dan antes de ese punto exponencial, antes de esa singularidad.

Si una ciudad no cambia de paradigma, acaba sucumbiendo. Pero si (antes de llegar a esa singularidad matemática situada en algún punto de su evolución exponencial de crecimiento que significa su colapso) es capaz de subir al carro de una nueva revolución, su crecimiento puede continuar. Una ciudad próspera necesita periódicamente resituar el reloj a cero, requiere continuos nuevos ciclos de innovación. Pero las revoluciones deberán ser cada vez más frecuentes, lo cual se relaciona con la actual evolución exponencial de la tecnología.

¿Lo aplicamos a nuestras ciudades?