Teherán, ciudad de Ciencia

Escuchaba hace un par de días el pronóstico meteorológico en alguna de esas cadenas de televisión internacionales. La predicción de temperatura para la ciudad de Teherán estaba próxima a los 40 grados. Calor extremo. En invierno, la nieve es allí frecuente. Una ciudad de contrastes y contradicciones.

Pardis, ciudad en construcción cerca de Teherán

Esas disparidades se perciben también en el terreno de la Ciencia y la Tecnología. ¿Sabíais que Teherán es un gran polo científico mundial? el Global Innovation Index (GII) de la World Intellectual Property Organization (WIPO) informaba que se trata del polo número 16 mundial en cuanto a número de publicaciones científicas en el período 2013 – 2017. Se contabilizan en la ciudad casi 60.000 publicaciones en ese período. Esa cifra sitúa a la capital de Irán por delante de grandes urbes científicas y tecnológicas como Chicago, Moscú, Madrid, Houston, Sidney, Toronto, Barcelona, Roma, Bruselas, Montreal, Berlín o Tel Aviv.

Irán es un país con una larga cultura investigadora. En la capital, la Universidad de Teherán es la máxima productora de artículos científicos. Esa institución, creada en 1934, tiene 160 departamentos y más de 50 centros de investigación. Trabajan en ella unas 6.500 personas, de las cuales 2.200 son académicos investigadores. En 2018, la universidad contaba con 52.000 estudiantes.

La Universidad de Tecnología Sharif es la segunda productora de ciencia en la capital. Tiene unos 10.000 estudiantes y unos 500 académicos. Otras universidades y centros de investigación situados en Teherán, ordenadas por su producción científica, son

  • la Universidad de Ciencias Médicas de Teherán,
  • la privada Universidad Islámica Azad,
  • la Universidad Tarbiat Modares,
  • la Universidad de Ciencia y Tecnología de Irán,
  • la Universidad de Tecnología Amirkabir,
  • la Universidad de Tecnología Khajeh Nasir Toosi
  • o la Universidad de Ciencias Médicas Shahid Beheshti.
Universidad de Ciencias Médicas de Teherán (TUMS), fundada en 1851

En definitiva, Teherán tiene buena ciencia. Sin embargo -y vamos con los contrastes- Teherán está aún lejos de ser un polo de innovación. En el mismo periodo 2013-2017 solo se solicitaron 99 patentes PCT. Es una cifra muy baja y un desequilibrio evidente. Entiendo que entre las causas están la dependencia del petróleo, que condiciona su estructura económica y empresarial, y la situación política. La construcción reciente de su sistema de patentes es otro factor. Por ejemplo, mientras España se integró en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO) en 1970, Irán lo hizo en 2002. En cuanto al Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT), el país lo firmó en 2013, cuando España lo había firmado en 1989. Es evidente que esas pobres 99 patentes PCT del periodo 2013-2017 están influenciadas por ese hecho. El desarrollo de una ciudad científica, tecnológica y emprendedora depende también de este tipo de cuestiones.

Aceleradora de la Universidad Sharif: El lenguaje universal de la tecnología y las startups.

Teherán es un ejemplo (que sorprende) de ciudad que está en la excelencia en cuestiones científicas, pero poco activa en el ámbito de la innovación. Sin embargo -y ello es una buena notícia- sus universidades han empezado actuaciones para convertir la ciencia en actividad económica.

  • Por ejemplo, en 2005, la Universidad de Teherán creó un parque científico y tecnológico.
  • La Universidad Sharif cuenta con una iniciativa similar, el complejo de servicios tecnológicos donde se ubican iniciativas como el Centro de Emprendimiento, el Centro de Servicios de Laboratorio, el Programa de Transferencia de Tecnología, el Programa de Comercialización de las ideas tecnológicas de los estudiantes y la aceleradora SETAK.
  • La Universidad de Ciencia y Tecnología de Irán tiene su Oficina de Cooperación Científica e Industrial, su Oficina de Transferencia de Tecnología, una Incubadora Tecnológica y un Centro de Emprendimiento.

Esas instituciones se crearon para asumir una misión docente e investigadora y la han realizado con éxito. Ahora tienen muy clara la necesidad de comercializar los resultados de la investigación y de ayudar a sus estudiantes a crear empresas. Esa nueva misión les llega a través del contexto global. Es lo que hacen -sin apenas diferencias en cuanto a métodos- todas las universidades del mundo.

Les deseamos éxito.