Transferencia de Tecnología o Campus Tecnológicos

Este jueves tuvimos un sugestivo debate sobre la transferencia de tecnología, sobre qué es lo que falla en este aspecto de nuestra sociedad y nuestra economía. Tuvo lugar en el marco de las charlas que se organizan para presentar el Libro de Innovación y la comunidad que se estructura a su alrededor. En la jornada participaron Estibaliz Aranzabe, Arturo Mediano y Pilar Molina, moderados por Fran Ester. Antes, a manera de introducción a esa mesa redonda, yo mismo había mantenido una conversación sobre el tema con Albert Torruella, una de las dos almas, junto con Alex Phimister, del Libro de Innovación. Yo os había adelantado algo de lo que yo diría en este post de principios de semana.

Os detallo a continuación las ideas esenciales que yo aporté en mi conversación con Albert. (aviso que se trata de un texto largo,es más un artículo que un post). Yo afirmaba lo siguiente:

Sobre la transferencia de tecnología

1) El mundo de la investigación y la transferencia de tecnología es universal, con unos procedimientos, estructuras organizativas e indicadores comunes en todo el mundo

2) En transferencia de tecnología, los indicadores que se usan describen un ciclo de vida.

    • Se inicia con el dinero invertido en investigación, con los fondos que permiten que los grupos de investigación de las universidades, hospitales investigadores y los  centros públicos de investigación desarrollen su labor, generando publicaciones científicas e invenciones con potencial de mercado.
    • El ciclo de la transferencia sigue precisamente con la notificación de esas invenciones que esos grupos de investigación trasladan (las famosas disclosure, en el contexto anglosajón) a las oficinas de transferencia de tecnología de su universidad o centro de investigación
    • Continua el ciclo con las patentes que esas mismas oficinas formalizan para proteger las invenciones
    • El ciclo avanza con los contratos que se firman con empresas para licenciar esas patentes
    • Algunos de esos contratos se establecen con spinoffs y startups (empresas de nueva creación que se crean expresamente para llevar al mercado esa patente concreta) o bien con empresas, que ya existían previamente (es lo que se llama licencia tradicional)
    • El último indicador son los ingresos económicos (royalties o regalías) que esos contratos generan a las oficinas de transferencia de tecnología (los cuáles se reparten internamente en la universidad y, por supuesto, a los grupos de investigación y a los investigadores les corresponde una parte importante de ellos).

3) En ese ciclo, se da un gradiente, por muchas y diversas cuestiones. Es un ciclo en el que en cada uno de los pasos se pierden opciones. Se puede ver como un triángulo invertido, que mide la eficiencia del ciclo de la transferencia de tecnología: invenciones que se generan por dinero invertido, cuantas invenciones derivan en patentes, cuantas patentes se licencian, qué retorno proporcionan esas licencias

4) En esos indicadores de uso global, comparativamente las universidades españolas no lo hacen tan mal. Para verlo, vayamos primero al centro de este mundo. Es decir, a las principales instituciones investigadoras americanas. Son las que forman parte de la AUTM, la mayor asociación de transferencia de tecnología del planeta. Esas instituciones de la AUTM tenían en 2019:

    • Unos ingresos (anuales) de 77.000 millones de dólares
    • Una invención por cada 3 millones de dólares invertidos en investigación
    • Una patente por cada 4,8 millones de dólares
    • Un contrato de licencia por cada 8 millones
    • Una spinoff o startup por cada 74 millones
    • En cuanto a ingresos por royalties, tenían un total de 3.000 millones. Una cantidad enorme

5) Las 74 universidades españolas presentan las cifras siguientes:

    • Unos ingresos anuales de I+D de 3.385 millones de euros
    • 1.226 notificaciones de invención cada año
    • 604 patentes anuales
    • 153 acuerdos de licencia de patente
    • 103 spinoffs
    • 3,5 millones de euros de ingresos por royalties

Esto da el siguiente ciclo de vida de la transferencia en las universidades españolas:

    • Una invención por cada 2,7 M€ invertidos en I+D
    • Una patente por cada 5,6 M€
    • Un contrato de licencia por cada 22 M€
    • Una spinoff por 27 M€

¿Dónde están pues las diferencias de nuestras universidades con ese centro del mundo, que es la referencia en transferencia de tecnología?

  • Generamos las mismas invenciones que la AUTM (de forma relativa, considerando el dinero invertido en investigación).
  • Nuestro sistema universitario podría ser más activo en la segunda fase del ciclo. Es decir, convirtiendo las invenciones en patentes. Esa menor conversión puede explicarse, en parte, por el bajo presupuesto que las universidades dedican a sus fondos de patentes. Quiero recordar que formalizar patentes es muy caro. Pocas universidades españolas tienen generosos fondos de patentes. Son más bien restrictivos. Ello influye en la menor propensión a patentar por parte de los técnicos de las oficinas de transferencia de tecnología. Y ello no es recomendable. En los estadios tan iniciales del desarrollo de nuevas tecnologías, es difícil vislumbrar su potencial futuro. Las oficinas de transferencia de tecnología que son referentes mundiales sugieren el camino: Por defecto, en caso de duda, patentar las invenciones que van llegando.
  • Las universidades españolas firman pocos acuerdos de licencia de patentes.
  • En el lado contrario, vemos que el sistema universitario español es muy activo y eficiente (mucho más que las mejores universidades del mundo) convirtiendo investigación en spinoffs. Sin embargo, la gran actividad acentúa todavía más la debilidad anterior, ya que cada spinoff suele comportar un contrato de licencia. Por tanto, con los datos previos, se puede suponer que 2/3 partes de los 153 contratos de licencia anuales se formalizan con esas 103 spinoffs que también se crean cada año. Se hace pues muy evidente la debilidad del sistema de transferencia de tecnología: es la llamada “licencia clásica”. Se denomina así ya que es la que adquirió gran notoriedad en Estados Unidos a partir del cambio legislativo de 1980 (Ley Bayh-Dole) que estimuló la licencia de patentes a las empresas tradicionales (en ese momento, las spinoffs aún no se habían desplegado como modelo de transferencia de tecnología). La composición del tejido empresarial español (poco intensivo en I+D y en tecnología y, por tanto, en patentes) dificulta esa ruta de transferencia clásica.
  • Las universidades españolas están a gran distancia de las mejores del mundo monetizando, es decir, en cuanto a la conversión de sus patentes en contratos de licencia y en royalties. Este es el punto débil más evidente del ciclo de la transferencia de tecnología del sistema universitario español. La cantidad de 3,5 millones de euros para la totalidad de universidades es ínfima.
  • Ahora bien, de nuevo, hay que relativizar esa cifra. Vayamos otra vez a los datos de la AUTM. Miremos como se distribuyen aquellos 3.000 millones de dólares anuales de royalties. La AUTM agrupa los datos en función del presupuesto de I+D de las instituciones investigadoras.
      • Para las instituciones con más de 470 millones de dólares invertidos en I+D, la media de los ingresos por royalties es de 30 millones de dólares
      • Para las instituciones con ingresos de I+D entre 213 y 470 millones, la media de ingresos por royalties es de 3,7 millones de dólares
      • Para las instituciones con ingresos de I+D entre 103 y 213, la media de ingresos por royalties es de 3,1 millones de dólares
      • Para las instituciones con ingresos de I+D entre 46 y 103 millones, la media de ingresos por royalties es de 1,1 millones de dólares
      • Para las instituciones con ingresos de I+D entre 24 y 46 millones, la media de ingresos por royalties es de 0,4 millones de dólares
      • Para las instituciones con ingresos de I+D entre 8 y 24 millones, la media de ingresos por royalties es de 0,03 millones de dólares
Actividad de transferencia de las universidades de la AUTM agrupadas en rangos HERD (una agrupación propia de la National Science Foundation americana).

Pocas de las universidades españolas llegan a presupuestos de I+D superiores a 80 millones de euros. En una gran parte de ellas, el presupuesto de I+D es menor a los 20 millones. Si nos fijamos en los datos anteriores de la AUTM, esas universidades tan poco activas en I+D, de media, generan unos 30.000 dólares anuales de royalties. Por tanto… ¡las cifras de royalties de las universidades españolas no son tampoco tan lejanas de las que presentan esas instituciones asociadas a la AUTM!

Ello nos lleva de nuevo a la dimensión. La gran diferencia con el sistema que la AUTM representa en cuanto a ingresos por royalties estaría en las instituciones investigadoras que allí tienen ingentes presupuestos de I+D. Esas grandes instituciones aseguran varias cosas: En primer lugar, una masa crítica suficiente para sostener una eficiente oficina de transferencia de tecnología. También, la posibilidad de disponer de un gran portafolio de patentes. De esa cantidad, es mucho más fácil que puedan surgir mejores opciones comerciales. Al respecto, se sabe que los royalties que obtienen esas instituciones referentes mundiales siempre se concentran en muy pocas invenciones.

Un ejemplo de este tipo de institución con un presupuesto ingente es el MIT. En 2020 ha tenido unos ingresos por royalties de 73 millones de dólares. Pero también unos ingresos por I+D (que son los que permiten generar las invenciones) de 1.870 millones de dólares. La Technology Licensing Office del MIT (que es su oficina de transferencia de tecnología) tiene un portafolio de 3.396 patentes.

Datos de transferencia de tecnología del MIT en 2020

Como resumen, el sistema universitario español tiene un problema de dimensión (y seguramente otro de dispersión de instituciones).  Tiene también muy poca actividad de licencia clásica. Las oficinas de transferencia de tecnología podrían estar pues más orientadas al mercado. Sin embargo, en España hay pocas empresas intensivas en I+D. Nuestro tejido empresarial está esencialmente formado por sectores y empresas de poca intensidad tecnológica, en las que las patentes no generan capacidad competitiva.  Ello dificulta la licencia clásica. Precisamente por esa composición del tejido empresarial es todavía más relevante que las universidades creen empresas científicas y tecnológicas. En este dato -el de las spinoffs- el sistema de transferencia de tecnología muestra cifras interesantes.

¿Qué posibles mejoras pueden introducirse en el sistema?

  • Por supuesto, las oficinas de transferencia de tecnología de las universidades deben orientarse más a la comercialización.
  • Ahora bien, es esencial que nos demos cuenta que debe aumentarse el presupuesto de I+D. No pueden transferirse resultados de I+D sin I+D. Los datos mostrados muestran que el problema principal de la transferencia de tecnología en España es la dimensión.
  • Pero debemos pensar en la dimensión también desde otras ópticas, no sólo la de la financiación. Hemos visto que universidades de mayor tamaño (en presupuesto de I+D) generan mejores resultados. ¿Cómo obtener una concentración de masa investigadora que permita disponer de estructuras de transferencia de tecnología con mayores portafolios de invenciones y  más especializadas? Por ejemplo, debemos hacernos las preguntas siguientes:
      • ¿Deben fusionarse universidades? (son medidas radicales pero la pregunta debe hacerse)
      • ¿Debemos cambiar los sistemas de asignación de recursos públicos para investigar? En cuanto a los fondos públicos de I+D, la nuestra es una cultura de asignar un poco a todo el mundo, a todos los grupos de investigación del país. En cambio, el sistema que la AUTM representa tiende a concentrar recursos (priman la excelencia, más que un reparto igualitario). Una distribución selectiva o una igualitaria dan resultados distintos en transferencia de tecnología
      • Llevamos años hablando de crear oficinas centralizadas de transferencia de tecnología, que sirvan a varias universidades al mismo tiempo y que permitan esa generación de eficiencia. Nunca hemos dado solución a esta demanda.

Pero… ¿todo pasa por la transferencia de tecnología?

No. En absoluto. La implicación de las universidades en su entorno económico y social está concretando nuevos paradigmas, que pasan por los estudiantes. Si alguien me preguntase cómo será la universidad del futuro, yo le respondería: “Serán universidades sin aulas (la formación será toda online), pero con una intensa vida de campus universitario, con estudiantes en permanente contacto con los grupos de investigación, trabajando al lado de los científicos en los laboratorios, en retos y proyectos de investigación y de tecnología. Y al salir de los laboratorios, esos estudiantes acudirán a espacios de innovación y emprendimiento, a aceleradoras e incubadoras, en las que darán forma a sus conceptos e ideas.”

Pero… esto no es el futuro. Esto es lo que ya están haciendo las universidades que marcan el camino al futuro. Para mostrároslo voy de nuevo al MIT. Decía que esa universidad tiene la TLO como oficina de transferencia de tecnología. Cierto. Pero esa oficina es una estructura más entre un denso conglomerado de unidades que estimulan la innovación y la creación de tecnología y de startups tecnológicas en esa universidad. Por ejemplo:

  • La iniciativa MIT Innovation, que promueve la innovación y el emprendimiento, con varios programas y aceleradoras, distribuidas por todo el campus. Como en casi todas las iniciativas que aquí menciono, los retos sociales y globales son objetivos de los programas. Se anima a que los estudiantes se fijen esos retos y usen la creación de empresas y de tecnología para superarlos
  • El MIT Sandbox Innovation Fund Program, que proporciona hasta 25.000 dólares de financiación a grupos de estudiantes innovadores, para que concreten sus ideas. Se acompaña ese dinero con formación, mentores y espacios
  • El Bernard M. Gordon-MIT Engineering Leadership Program forma a los estudiantes de la institución en liderazgo y habilidades comunicativas
  • El Deshpande Center for Technological Innovation es una iniciativa que proporciona fondos económicos a los profesores y a estudiantes que se plantean comercializar tecnología
  • MIT designX es una aceleradora de la escuela de Arquitectura del MIT que ayuda a proyectos orientados a cambiar las ciudades
  • The Engine es una aceleradora para las startups de los estudiantes con un fondo de 150 millones de dólares. Pero el elemento más diferencial de esa aceleradora es que las startups que pasan por ella reciben ayuda de los científicos del MIT, Harvard y otras instituciones de la zona.
  • El Legatum Center for Development and Entrepreneurship ayuda a los estudiantes que quieren crear empresas orientadas a resolver los retos de países en desarrollo
  • El Lemelson-MIT Program promueve la innovación entre los estudiantes. Entre otras iniciativas, organiza a través de premios y competiciones.
  • El Martin Trust Center for MIT Entrepreneurship proporciona a los estudiantes formación en creación de empresas. Les da también servicios de coaching y de mentoría. En 2015 tuvimos a su director, Bill Aulet, en Barcelona, en el congreso Catalunya Emprèn.
  • El MIT D-Lab se dirige a la pobreza mundial, fomentando colaboraciones y soluciones prácticas que permitan reducirla.
  • El MIT IDEAS Global Challenge es un concurso anual dirigido a la comunidad estudiantil de esa universidad. Ese concurso les pregunta si tienen un proyecto innovador que pueda tener un impacto positivo en el mundo actual. El concurso proporciona hasta 15.000 dólares a los equipos seleccionados para que puedan concretar su propuesta
  • La iniciativa MIT Startup Exchange es una comunidad online formada por corporaciones afiliadas al programa MIT Industrial Liaison, startups surgidas de la institución y exestudiantes del MIT
  • El programa Venture Mentoring Service proporciona un servicio de mentoria para los estudiantes.
  • Hay varios concursos de creación de empresas en la institución: 1) El concurso MIT $100K Entrepreneurship Competition, 2) el MIT Clean Energy Prize, 3) Hacking Arts, 4) Hacking Medicine.

Esa es pues la Universidad que crea tecnología: Aquella que lo hace de forma holística, desde su genética y espoleada por un gran número de programas e iniciativas (no solo por una oficina de transferencia). Esa es la Universidad del futuro: Un campus en el que lo importante de la vida diaria de los estudiantes no son las clases sino su trabajo en laboratorios de I+D, en centros de emprendimiento, en aceleradoras, en concursos y competiciones de innovación, en la solución a retos sociales, en mentorias, etc.

¿Podemos conseguir que nuestras Universidades sean así? No a corto ni medio plazo. Deben cambiar muchas cosas.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.